❞En una escena que recuerda las páginas más oscuras de la historia, los palestinos de la Franja de Gaza se han encontrado durante meses en el corazón de una compleja tragedia humanitaria, encabezada esta vez por armas no de hierro y fuego, sino de pan, agua y medicinas.
El arma del hambre, que se utilizó durante años bajo cobertura diplomática o pretextos de seguridad, ahora se está ejecutando de manera abierta y sistemática, según un impactante informe revelado por The New York Times.
Según el periódico estadounidense, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha reactivado la política de "hambruna masiva" contra la población de Gaza, esta vez sin ambigüedad y con el apoyo directo de la administración del expresidente estadounidense Donald Trump.
La estrategia, clasificada internacionalmente como un crimen de guerra, ahora se está implementando con audacia, sin tener en cuenta las leyes internacionales ni los llamamientos humanitarios.
Del asedio al hambre sistemática
Desde que entró en vigor el acuerdo de alto el fuego el 19 de enero de 2025, Gaza ha experimentado una disminución limitada del flujo de ayuda, que se evaporó rápidamente a principios de marzo cuando Israel cerró todos los cruces. El cierre no fue una decisión temporal, sino parte de una táctica política para presionar a las facciones de la resistencia en las negociaciones de la tregua, informó el periódico.
Como resultado, se reanudaron las colas en las panaderías, que cerraron rápidamente, los residentes volvieron a beber agua salada contaminada y el combustible y los suministros médicos comenzaron a escasear, amenazando con el colapso total del sistema humanitario en el enclave asediado.
Ramadán: Ayuno por el cuerpo y la dignidad
Este año ha llegado el Ramadán y los habitantes de Gaza están buscando lo estrictamente necesario para romper el ayuno.
El pan se ha vuelto escaso y más de 600.000 ciudadanos ya no tienen acceso a agua potable después de que Israel cortara el suministro eléctrico a las plantas de desalinización.
Hambruna silenciosa... y los niños pagan el precio
El sector de la salud, ya de por sí sobrecargado, sufre el peso de la escasez de suministros.
Seis bebés murieron de hipotermia el pasado febrero, en medio de una grave escasez de mantas y atención médica.
Mientras que los hospitales no pueden recibir nuevos casos debido a la escasez de combustible necesario para operar los generadores.
Los alimentos frescos prácticamente han desaparecido y, con ellos, los precios se han disparado a niveles sin precedentes, convirtiendo una comida sencilla en un sueño lejano para las familias que han perdido sus fuentes de ingresos y ahorros.
Silencio internacional... y suave complicidad
Lo más inquietante que el crimen en sí es el silencio ensordecedor de la comunidad internacional. Mientras Naciones Unidas advierte de una catástrofe humanitaria inminente, las grandes potencias se conforman con emitir declaraciones de preocupación, mientras que algunas capitales occidentales utilizan la ayuda humanitaria como moneda de cambio política.
Las organizaciones de ayuda humanitaria y las Naciones Unidas han descrito esta hambruna pública como una "grave violación del derecho internacional humanitario", pero no se han tomado medidas ni se ha rendido cuentas. Israel, mientras tanto, sigue adelante con su plan, apoyándose en una realidad política que le permite usar la comida como arma sin rendir cuentas.
Obstrucción sistemática de los esfuerzos de reconstrucción
Incluso las iniciativas destinadas a construir un futuro mejor para Gaza se ven bloqueadas. Organizaciones que intentan distribuir semillas agrícolas, y otras que intentan rehabilitar redes de agua o retirar escombros, se han topado con decisiones israelíes que prohíben la entrada de maquinaria pesada, generadores e incluso tuberías de plástico.
Lo que ocurre en Gaza no puede resumirse en un titular de prensa ni en un informe humanitario. Es, más bien, un ejemplo completo de una doctrina de castigo colectivo, practicada conscientemente y con cobertura política internacional, que convierte el bloqueo en una herramienta de guerra y la ayuda en moneda de cambio.
La verdadera tragedia no reside solo en el hambre de los niños, sino en la saciedad de los asesinos con su impunidad. Si el mundo no actúa ahora, Gaza podría no ser la última de sus víctimas.
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