❞En las últimas décadas se ha producido una profunda transformación en la estructura de la ocupación israelí de Palestina, desde un proyecto tradicional de asentamiento expansionista a un sistema integrado de control y exclusión basado en el beneficio económico y la complicidad internacional.
**Este artículo analítico se basa en el informe de 2025 del Consejo de Derechos Humanos sobre los territorios palestinos ocupados. Todas las cifras y citas proceden del documento original de la ONU. │Diario Al-Quds Libération❞صحيفة القدس ليبراسيون - Global Intellectual Property Registry Nº: 1 607138 370884 All rights reserved ©2016|
En su informe presentado al 59º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos (16 de junio – 11 de julio de 2025), la Relatora Especial sobre la situación del pueblo palestino en el Territorio Palestino Ocupado desde 1967, Francesca Albanese, ofrece un análisis sin precedentes de la estructura de la ocupación desde una perspectiva económica y jurídica.
El informe, titulado “De una economía de ocupación a una economía de genocidio”, no sólo documenta las violaciones, sino que también desmantela el sistema capitalista globalizado que transforma la ocupación en una rentable empresa genocida.
La ocupación como capitalismo colonial racista
El informe se centra en un patrón de dominación conocido como "capitalismo colonial racial", donde los intereses económicos se entrelazan con las estructuras coloniales racistas. En el contexto palestino, el proyecto de asentamiento israelí se ha convertido en un claro ejemplo de este patrón, donde las herramientas de desplazamiento, reemplazo y control espacial se combinan en una lógica económica explotadora impulsada por corporaciones multinacionales, bancos, fondos de inversión e instituciones académicas. Desde el inicio del proyecto sionista, se establecieron entidades como el Fondo Nacional Judío para comprar tierras palestinas y desarraigar a su población indígena. Esto ha evolucionado posteriormente hasta convertirse en un sistema integrado que comprende más de 371 asentamientos y puestos de avanzada, financiados y apoyados por una red internacional de entidades con fines de lucro.
Del desplazamiento al genocidio
El informe muestra que el cambio decisivo en la naturaleza de la ocupación comenzó en octubre de 2023, con la escalada de la agresión contra Gaza, y la ocupación adoptó una forma nueva y más brutal: el genocidio.
Las pruebas de campo y las cifras oficiales indican que se lanzaron más de 85.000 toneladas de bombas sobre Gaza en menos de un año, y que el número de muertos superó los 179.411, incluyendo muertos y heridos. El 70% de los edificios y el 81% de las tierras agrícolas fueron destruidos.
El informe afirma que estos crímenes no fueron aleatorios ni aislados, sino más bien el resultado de una estructura militar y económica entrelazada, donde nuevas armas y tecnologías se prueban en el campo y luego se comercializan como "probadas en el campo".
Las empresas en el corazón del crimen
El informe analiza la compleja relación entre la ocupación y una red de corporaciones internacionales que la apoyan o se benefician de ella, demostrando que estas entidades no son actores secundarios, sino un pilar fundamental de la ocupación. Entre estas empresas se incluyen empresas de armamento como Elbit Systems, Lockheed Martin e IAI; empresas tecnológicas como Microsoft, Amazon, Google y Palantir; empresas de maquinaria pesada como Caterpillar, Volvo y Hyundai; empresas energéticas como Chevron, BP y Glencore; e instituciones académicas como el MIT, la TUM y Edimburgo. La inteligencia artificial, la computación en la nube y las tecnologías de vigilancia biométrica se utilizan para desarrollar herramientas de represión, mientras que la maquinaria pesada se utiliza en la demolición sistemática de barrios palestinos.
La infraestructura como herramienta sistemática de exterminio
El informe examina cómo la infraestructura civil se ha convertido en un vehículo para el asesinato en masa. En el sector energético, se ha cortado deliberadamente el suministro de combustible, electricidad y agua a Gaza, lo que ha provocado el colapso de hospitales y plantas de desalinización. En el sector agrícola, la agricultura de colonos se ha utilizado como herramienta para el acaparamiento de tierras, mientras que los palestinos se han visto privados de agua y medios de vida. El turismo se ha convertido en una herramienta para normalizar la ocupación mediante la promoción de asentamientos por parte de empresas como Airbnb y Booking.com. En los mercados globales, los productos de los asentamientos se comercializan sin una supervisión efectiva, lo que legitima aún más la anexión y los asentamientos.
Las reglas del dinero: la financiación del genocidio
El informe destacó que la financiación del genocidio provino no solo del gobierno israelí, sino también de una red global de instituciones financieras. Desde octubre de 2023, se han emitido bonos del gobierno israelí por valor de más de 13 000 millones de dólares, e importantes instituciones como BlackRock, Vanguard y BNP Paribas invirtieron en estos bonos, a pesar de saber que se utilizaban para financiar al ejército israelí.
El índice de la Bolsa de Valores de Tel Aviv se disparó un 179% en menos de un año, generando ganancias superiores a los 157.000 millones de dólares, mientras los palestinos sufren asedio, hambruna y asesinatos sistemáticos. Estas instituciones afirman adherirse a los principios de gobernanza ambiental y social, mientras invierten en empresas que fabrican herramientas para el genocidio.
Responsabilidad legal: de la debida diligencia a la responsabilidad penal
Según el derecho internacional, toda empresa que contribuya, facilite o esté vinculada a violaciones graves incurre en responsabilidad legal según los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos (2011). Las empresas también pueden ser penalmente responsables en algunas jurisdicciones, como ocurrió con los industriales alemanes después de la Segunda Guerra Mundial.
El informe enfatiza que la mera aplicación de la debida diligencia no es suficiente. Más bien, exige la retirada inmediata e incondicional de toda relación comercial con la ocupación, y que los ejecutivos rindan cuentas por su contribución material y moral a los crímenes.
Deconstruyendo la rentabilidad: Hacia la justicia económica y política
El informe no solo revela el alcance de la complicidad internacional, sino que también demuestra que el genocidio en Palestina no es el resultado de una desviación del orden global, sino su consecuencia lógica. Las instituciones económicas, supuestamente neutrales, se han convertido en parte de la maquinaria de exterminio, contribuyendo a la financiación, la comercialización, la producción y la normalización. Por lo tanto, poner fin a la ocupación israelí y al sistema de apartheid requiere no solo presión política, sino también el desmantelamiento del sistema económico que lo transforma en una empresa rentable. La rendición de cuentas legal, los boicots económicos y la reestructuración de la relación entre el capital y los derechos humanos representan una urgente necesidad moral y jurídica hoy en día.
“Cuando la vida y la muerte dependen de las decisiones de los inversores, los crímenes se convierten en indicadores de mercado y la humanidad se convierte en víctima de la rentabilidad”.